FANÁTICOS, CIEGOS POR OPCIÓN

Los fanáticos cierran las ventanas del entendimiento, sin desear apreciar pensamientos diferentes y diversos a los que poseen en su entronado propio criterio. Cual un monarca totalitario, el pensamiento del fanático lo domina en tal magnitud que en oportunidades se aparta de familia y amigos creyendo que adorando su propia ciega idea es coherente. Cree fortalecerse en el enfrentamiento, desoye el común sentido del diálogo y rechaza la persuasión. En muchas oportunidades se asemeja a un fetichista que idolatra la figura que entronó en su imaginación. Puede llegar a “sentir” un dios en un corrupto ladrón o incluso en un cruel asesino. Creemos que no hace falta dar nombres propios a esta afirmación. En muchas oportunidades el fanático sufre penurias indecibles en su buena voluntad enclaustrada, mientras sus “adoradas deidades” nadan en riquezas mal habidas.  


El fanatismo niega la hermosa policromía de la luz. Recluido en su pequeña habitación intelectual con puertas cerradas a la exploración enriquecedora de ajenos criterios, ve “todo” en blanco y negro. La demencial lógica de clasificar a las personas en “amigos-enemigos” es un macabro látigo con el cual azotan su ALMA que desea volar con libertad buscando las insondables alturas de la comprensión. 
El fanatismo se encuentra a un solo paso del fundamentalismo, mientras el fundamentalismo coquetea a medio centímetro del terrorismo criminal. 
Para los que puedan creer que esta afirmación es exagerada recordemos lo que sufrimos los argentinos hace pocas décadas atrás con el proceso militar, donde se privó de la libertad a ciudadanos, se torturo y mató bajo el fantasma absurdo de un patriotismo muy mal entendido. Entre bombas, atentados y una comunidad sumergida en la violencia, supimos recuperar la democracia. El fanatismo es el enemigo más peligroso del orden constitucional. 
Nada bueno ve el fanatismo en las ajenas ideas o grupos diferentes al que pertenece. Si hay un solo DIOS que es AMOR INFINITO y su VERDAD es sublime, exceptuando la maldad, muchísimos que viven muy diferentes a nosotros son también destinatarios de ese AMOR DIVINO que el padre nos regaló.  
Porciones de la GRAN VERDAD deambulan por doquier en culturas diferentes y opiniones ajenas. El discernimiento sincero nos lleva a reconocerla rápidamente donde sea y por lo tanto a respetarla profundamente. 
Creemos con honestidad en nuestras ideas, pero nos obligamos a examinarnos mentalmente y en forma constante. No sólo nuestra conducta, sino nuestros pensamientos. Siempre dando lugar a la posibilidad cierta y concreta de enmendar errores y ajustar nuestros criterios a la luz de la evolución que nos permite profundizar en el infinito mundo del pensamiento. 
Es sumamente difícil caminar junto a un fanático, “las moscas del vecino suelen ser una tropilla de enemigos que acuden a atacar ferozmente su virginal criterio”
Claro que importa el pensamiento político, pero NO es fundamental. Lo trascendente es la honestidad, la conducta correcta, el ser solidario y fraternal siempre. 
Nuestra propia experiencia nos llevó a reconocer a centenares de personas que pensando políticamente distinto han honrado y enriquecido nuestra vida con su amistad. Gracias a todos ellos por enseñarnos a discrepar en PAZ y construir amistad más allá de las ideas. 
Nuestra Nación será cada día más grande con personas de Buena Voluntad. NO deseando imponer un pensamiento único de borreguil masiva aceptación. 
Las cosas por su nombre, el corrupto lo es más allá de su filiación política. Hay individuos que comparten lo poco que tienen para enriquecer a su comunidad. Es así que se torna inadmisible que algunos funcionarios naden en fortunas robadas al pueblo, muchas de ellas produciendo más riquezas en el exterior… “Llovido sobre mojado”. 
Los fanáticos son en general muy buena gente, solamente poseen una mirada de la vida que los hace sufrir penurias severas. Ven triunfos o derrotas donde sólo hay experiencias para aprender. 
El refugio sagrado para el flagelo del fanatismo es la tolerancia real, genuina y aplicada a conciencia. Siempre realizando el crudo, pero necesario ejercicio de respetar las ideas ajenas tanto o más que las nuestras. 
¡DIOS nos ilumine para seguir a la VERDAD más que a las personas!

              Máximo Luppino.

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